Una cita...
Me arreglé con esmero y entusiasmo para esta cita de amor.
Y ahí estuve, cara a cara, corazón a corazón. Alma a alma conmigo.
Escuchándome sin juicios, críticas ni exigencias. Decidí acoger mi realidad interior con respeto y cuidado. Es lo que es, ha sido lo que ha sido y está bien.
Identifiqué algunos "ruidos" que me refirieron a rabietas de mi niña herida que le gusta asomarse y querer tomar el control, pero a quien con ternura le recuerdo que la adulta creció y está a cargo de las decisiones y consecuencias de las acciones que he asumido y asumo con responsabilidad.
Me di la oportunidad de generar preguntas que me cuestionan y retan a vivir en este continuo despertar que me aleja del letargo de la comodidad.
Celebré encontrarme, verme, valorarme y ser. Reconocí mis aciertos, aprendí de mis desaciertos y honré el camino transitado que me ha traído hasta aquí.
Desde el inmenso amor que me tengo, salgo a vincularme con los demás. Y lo hago desde la abundancia de lo que tengo, no desde la absurda necesidad de demandar en otros lo que ya encontré en mí.
Amarme me enseña a amar mejor. Por eso cada encuentro conmigo es un regalo que me doy para mí y los demás.
La fuente del amor primero, Dios, mora en mí, por lo que conectarme con ese sentimiento cobra más sentido y significado.
¿Cuándo fue tu última cita junto a ti? Recuerda para no "perdernos" necesitamos "encontrarnos". No te pierdas de vista: mírate, ámate y celebra ser quien eres, así...tal cual.
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