Huellas, cicatrices y borrones...


En nuestra historia personal, vamos descubriendo y conociendo infinidad de personas que van llegando a nuestra vida de distintas formas y maneras; provocando sentimientos, acciones y reacciones diferentes.

yo, por ejemplo, si miro atrás; descubro hermosos seres humanos que en su momento significaron mucho para mí; personas que con su forma de ser, pensar, amar me impactaron, dejando "huellas" imborrables que hacen que su recuerdo me sorprenda con regularidad, robándome una sonrisa de satisfacción y una mirada nostálgica que evoca la presencia que aún siendo ausencia forma parte de lo que soy.

También descubro en mi revisión, otros que más que huellas me dejaron cicatrices; quizás porque su "estancia" me causó mucho dolor o tal vez, porque su partida me destrozó el corazón y ese sufrimiento hizo que lo que pudo ser huella, se transformara en cicatriz; que lo que pudo haber sido sueño se convirtiera en pesadilla y al pasar de los años, no pueda recordarse con alegría, sino con la satisfacción de ver lo que aprendí, pero la marca permanente que me recuerda las situaciones que no quiero repetir; ayudándome a ser más precavida, más sabia, más madura.

Por supuesto...también están los "borrones" que son personas o momentos que significaron poco y aportaron menos; haciendo que su paso esté envuelto en una nebulosa, en una amnesia elegida pues no fue lo suficientemente bueno para dejar huellas ni tan malo para dejar cicatriz; entonces es como que estuvo sin estar y fue sin ser; arena que se dispersa en el viento de la memoria...camino que no tiene destino; canción sin letra...música sin afinación. Una especie de "nada" que al sumarse al "todo" tiende a desaparecer.

Todo esto, me hace pensar...¿De quién seré huella, de quién cicatriz? ¿Para quién un borrón? Al final...al partir, lo que hablará de mí será lo que haya dejado sembrado en el corazón de los que conocí.

¿Estaré sembrando bien? Es un lindo ejercicio que te invito a hacer también para ti.

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