A la niña que le dolió el mar...


Juguetona, traviesa, alegre. A la niña le encantaba el agua salada; disfrutar la grandeza del mar y la diversión de las olas. Era como un carrusel de agua que la envolvía y la hacía feliz; era pura emoción y deleite, por eso no era de extrañar que cada encuentro con el mar le robara infinidad de carcajadas.

Un día, como todos los demás, la niña corrió al encuentro de su gran amigo el mar; fue con la confianza que da la cercanía y la seguridad que sólo se experimenta en los lugares conocidos. Pero esta vez, el mar reaccionó distinto; ya no bailo con ella la alegría del encuentro sino que la expulsó hacia la arena con un oleaje violento. Ella no entendía, no entendió. Por eso, creyó que fue un error y volvió hacia su viejo amigo de nuevo; pero ahora con más intensidad la alejó de sí, golpeándola bruscamente hacia la orilla.

La niña hasta entonces juguetona, traviesa y alegre; se alejó triste, insegura y temerosa. Llena de preguntas, repleta de desconcierto corrió a buscar a su padre; quien la acogió amoroso en sus brazos, preguntándole insistente qué le causaba tanto dolor...ella entre lágrimas, casi sin poder suscitar palabras y entre sollozos exclamó: "El mar me dolió".

Esa niña ya es una adulta acostumbrada a guardar distancia con el mar. Lo disfruta de lejos, lo revive sólo en recuerdos, pero el miedo a aquel dolor le impide dejarse envolver y acariciar nuevamente por las olas.

A veces recuerda las frases de consuelo que su padre le compartió: "El mar a veces está apacible y otras veces está impetuoso; hay que saber cuando estar cerca y cuando guardar distancia". "No le temas, es el mismo amigo, sólo que hoy tuvo un día difícil" "Que un mal recuerdo no te haga olvidar todos los lindos momentos". "A veces enfurecido, otras veces apacible...sigue siendo tu amigo mar".

Todas esas frases las sabe cierta, pero dejó que el dolor avanzara, que el miedo la paralizara, por eso aunque han pasado los años, aunque lo extraña...le sigue doliendo el mar.

La vida es como el mar, a veces "duele"; en ocasiones nos sonríe y en otras nos hace llorar, pero no podemos perder de vista una gran verdad: ninguna lágrima vale lo suficiente como para hacernos creer que no hay oportunidad, ninguna puede tener el poder de robarnos la esperanza y la fe en el mañana.

Por eso, "niña" no permitas que ninguna situación te robe tu alegría, tu confianza; "es la misma vida, sólo que te está tocando experimentar días difíciles"; así que juguetona, alegre y confiada sigue adelante, dejándote envolver alegre por ella.

Comments

Marisun Ortega said…
Bello amiga como todo lo que escribes.
Rose Mary said…
gracias amiga querida del alma!

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