Canto a mi vida...


Este enero quiero elevar mi voz y entonar un nuevo canto para que se pueda escuchar en cada uno de los corazones de la gente que amo.

Mis palabras no buscan "rimar" sino agradecer el que existan seres humanos tan valiosos con los que tengo la dicha de compartir mi vida. La rima más hermosa es la que se suscitó en el momento mismo en que dejamos de ser extraños y empezamos a reinventar y fortalecer la palabra "amigos", "familia"

Cada uno de ustedes, desde su realidad personal, con sus expresiones y silencios fue regalándome nuevas sonrisas, nuevas lecciones que atesoro porque me ayudan en este proceso sostenido de ser más feliz y mejor. Cada uno, con sus defectos, con sus virtudes. Con su presencia y ausencia, fue construyendo el panorama que mi interior necesitaba para seguir fortaleciéndose, confrontándose y siendo más auténtico, más real.

Elevar un canto por mi familia, esos seres maravillosos que Dios seleccionó para que aprendiéramos a ser nosotros y amarnos así. Mis padres, seres imperfectos y a la vez insuperables, cuyos temperamentos e historias se transformaron en nuestra universidad personal. Con ellos aprendí a ser valiente, sin ser temeraria. Aprendí a ser humilde, sin ser sumisa. De mi papá aprendí a sonreír desde el corazón y a creer en la gente. De mi mamá tengo la dicha de poder seguir aprendiendo, pues la tengo conmigo, la entereza, fortaleza, integridad. Me enseña nuevas formas de demostrar el amor; más allá de palabras o gestos.

Mis hermanas cada cual desde sus características individuales, que las hace diferentes y únicas, me han ayudado tanto a crecer, a conocerme, a desafiarme. Sus diferencias son la amalgama que necesitabamos para entender lo que es complemento.

Mis sobrinos, sonrisas que Dios me ha ido dibujando en mi corazón porque son mi fuente de alegría y orgullo. Sus distintas maneras de ser y manifestarse enriquecen mi arsenal de amor. Me han enseñado que no se necesita parir para amar hasta el extremo, para sentirse madre y responsable, pues cada uno de ellos se han convertido en los hijos de mi alma.

Cada amigo, cada hermano, cada gesto, cada abrazo. Amo, lo que adorna mi vida. Mis risas que me alegran; mis tristezas, que me hacen más fuerte.

Este canto, es un canto de agradecimiento, de reconocimiento y de alegría; una oda a mi vida. Este regalo, don de dios.

Gracias por formar parte de esta bella sinfonía que puedo disfrutar cada día. Vivir es hermoso...ustedes hacen que así sea.

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